martes, 4 de septiembre de 2012


LAS COMPETENCIAS DE UN NUEVO ARQUITECTO
Me gustaría compartir con ustedes este artículo de Guillermo Hevia García, que aborda la problemática del ejercicio de la profesión para los nuevos arquitectos. Me pareció interesante ya ques es una situación en la que me voy a encontrar muy pronto, como algunos de ustedes que estén terminando de estudiar esta hermosa carrera. Les transcribo textualmente el artículo:

“El término de la formación universitaria y el inicio de la experiencia profesional supone un punto fundamental para cualquier profesional, ya que implica aplicar, y poner en valor, la formación recibida en los años de carrera.
En el caso de la arquitectura el cambio es clave, ya que supone dar el paso de un escenario teórico a un escenario real, donde más allá de las competencias en el ámbito constructivo, aparecen una serie de aristas que tienen relación con la gestión, la normativa o las relaciones interdisciplinarias, quizás nunca ensayadas en la universidad.
En general la formación del arquitecto en la universidad está canalizada, por un lado, a crear el marco cultural necesario para insertarse y operar en la disciplina, adquiriendo el lenguaje propio de la profesión y un marco cultural necesario.

La enseñanza también está focalizada hacia el ámbito del diseño arquitectónico, en su sentido clásico, y los aspectos asociados al mismo. Como enfrentarse a un encargo desde un punto de vista teórico y desde la arquitectura, pero destinado a otros arquitectos y no a un cliente, comunidad o habitante.
Esto se complementa, dependiendo del interés del alumno, con un cierto pensamiento constructivo, desde un punto de vista creativo, pero en general exento de realidad económica, estructural o material.
Podríamos decir que alguien recién salido de la universidad tiene muchas competencias en el ámbito creativo, en el diseño arquitectónico y en el manejo de herramientas e instrumentos tecnológicos. Por lo mismo, la visión desprejuiciada, producto de la inexperiencia, es quizás el aspecto de mayor valor, en comparación con un profesional inserto hace algunos años en el ambiente profesional.

La principal falencia sin embargo, es la que va relacionada con los aspectos propios de la gestión de un proyecto y las relaciones con otros profesionales y disciplinas asociadas. Nunca el estudiante se ha enfrentado a un cliente real, que le pedirá y exigirá al proyecto, aspectos nunca antes vistos en la universidad, o a una contraparte técnica (ingenieros, consultores, especialidades, calculistas, etc) que proveen de la información que permite llevar a la realidad un proyecto, cuantificarlo y hacerlo factible, con el impacto que esto puede tener, de no considerarse en una primera instancia, para la arquitectura.
En el mundo profesional y panorama actual, es una minoría a la que le pueden importar los planteamientos académicos, la coherencia que rige a un proyecto universitario destacado o la buena calidad de la propuesta. En general estos son aspectos que le otorgan un valor agregado a cualquier edificio, una vez que se ha resuelto todo lo demás, y nunca son el punto de partido como en la universidad.”

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